sábado, 29 de marzo de 2008

Medea. La voz de la sangre.


La hormona medea
Irem Bekter reescribe a la despechada Medea en clave coreográfica
Por Analia Melgar ( diario Pag 12, 27/11/2004)
Pocas tragedias tan inspiradoras para el arte occidental como Medea. La pieza de Eurípides fue ópera (Luigi Cherubini), pintura (Eugène Delacroix), teatro moderno (Jean Anouilh) y cine (Bergman, Pasolini, Dassin, Von Trier, Arturo Ripstein). Ahora, en manos de la actriz y bailarina turca Irem Bekter, Medea es también danza con acentos folklóricos.
Traicionada por Jasón, que contrae en secreto matrimonio con Glauce, bella hija de Creonte, rey de Corinto, Medea es expulsada de la ciudad junto con sus hijos. La venganza que planea tiene cuatro pasos: uno, pide veinticuatro horas para partir; dos, envenena e incinera a Glauce y a su padre; tres, asesina a sus dos hijos; cuatro, exhibe ante el consternado Jasón los cadáveres de los niños, mientras huye en un carro tirado por dragones alados.
Todos los pormenores de la tragedia aparecen grabados en el cuerpo maduro de Irem Bekter, cuya contextura física le da una presencia escénica capaz de sacudir al más indiferente. El recorte textual de Bekter subraya expresivamente la injusticia, el desamor, la venganza irreflexiva. Se enoja, se rebela, grita, solloza. El personaje que compone –de allí el título de su versión: Medea, la voz de la sangre– es pura pasión: un amor y un odio cuya intensidad recuerda los desbordes de la Maria Callas de Pasolini. La puesta de Bekter concentra el trabajo en dos regiones: el rostro, de frente al público, que se transfigura según las distintas emociones; la pelvis, metafórico nudo de la tragedia. Si la Medea de Eurípides tiene su centro en su cabeza –con las meditaciones hamletianas acerca de matar o no matar–, la de Bekter es hormona pura.

Medea, la voz de la sangre, domingos a las 20 en el Taller del Angel, Mario Bravo 1239, Bs. As.

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